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Late bloomers o eternal demi bloomers

  • bbonduel
  • 5 mar 2021
  • 2 Min. de lectura

Autorretrato, foto analógica escaneada con objetos


Nunca olvido cómo en mis veintes, la película Sostiene Pereira me impresionó. Se trata de una película de Roberto Faenza con un maduro Marcelo Mastroianni en el papel principal de Pereira y basada en la novela de Antonio Tabucchi. En mis veintes, al igual que ahora, mis ideas sobre política estaban tendenciosamente moldeadas por la emoción y entonces por las lecturas que por mis estudios debía hacer, pero de más está decir que la repelencia al fascismo/nazismo es (y debería ser), universal.


Y bien, no fue la temática anti-fascista la que me impactó más, sino el hecho de que Pereira, un hombre maduro, bien entrados los casi sesenta, cambiaba su vida. Si, se envalentonaba y dejaba atrás su vida de antes, y cambiaba. Eso me dio una esperanza sobre el "nunca es tarde". Es un cliché, pero yo lo vivo y entiendo con mucha profundidad.


La reseña sobre la novela reza así: "Cardoso le expone una teoría personal sobre la confederación de las almas. Cada uno, según esta teoría, tiene no una, sino muchas almas, una de las cuales es la dominante; a veces puede suceder que otra de esas almas adquiera preponderancia, determinando así una verdadera y propia metamorfosis; la inquietud de Pereira podría ser, por tanto, el preludio de un gran cambio."


Estoy últimamente intentando enseñar a mis hijos el valor del optimismo, diciéndoles que se sufre menos si se es una persona que ve el vaso medio lleno; y no medio vacío, y es que realmente yo naturalmente tiendo a ver el vaso medio lleno.


Cada día por duro que se presente, esconde algún momento de goce. Ahora mismo, son las 8:02 y escribo este texto con deleite; es viernes así que por la tarde puedo recoger a mis hijos y llevarles un huevo Kinder que les hará sonreír, ayer el dentista que me atendió era un hombre agradable y culto...y eso es solamente lo tangible, imaginar que un día fundo un Museo de arte contemporáneo en Guatemala o pensar en el día en que treparé con mis hijos el Templo IV de Tikal son cosas que hacen que se me humedezcan los ojos con ilusión.


Pero el optimismo se manifiesta también en mis millares de "intentos". Mi carrera artística no ha sido exitosa, tampoco he publicado un libro. No he conseguido las residencias ni las exposiciones en muchas Bienales, Ferias y Museos como algunos compañeros de Facultad ni las cátedras literarias y novelas de algunos compañeros de Máster. No me importa, y celebro sinceramente sus éxitos; en este punto me contenta exponer en la cafetería de la esquina; y lo intento...


Cada año intento setecientas cosas, y de ellas se concretan quizá tres...envío propuestas de exposiciones a muchos y variopintos sitios, cada año envío un poemario a concursos (y este año he escrito todo un libro de poemas nuevos titulado "Cantos y elegías para el Covid"), me intento abrir campo en el terreno de mis pasiones a pesar de tener que ejercer muchas horas al día como oficinista por dinero, y otras tantas horas como madre y esposa por amor. Otra yo menos dadivosa, existe.


Tengo asumido ser una eternal demi bloomer, porque esos micro éxitos son mi motor.

 
 
 

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